Búsqueda personalizada

.

.
solos somos amigos que ponemos nuestro corazón para ti.

Perfíl de un hombre golpeador.(Puertas adentro)

Los abusos físicos y psicológicos dentro del seno familiar constituyen un flagelo que no distingue clase social, raza o religión. ¿De que se trata? Sepa como detectar este grave problema y cuales son las herramientas para combatirlo.
Se entiende por violencia familiar a todas aquellas conductas que, usadas de manera periódica y prolongada, causan daño físico y/o psicológico por acción u omisión a otro miembro de la misma familia. Las víctimas de este estigma son en su mayoría mujeres y niños sometidos a toda clase de tormentos, tales como insultos, golpes y hasta abusos sexuales.

Según algunos análisis realizados en nuestro país, en el 76% de los casos de violencia entre cónyuges es la mujer la depositaria de los diferentes abusos efectuados por su pareja, mientras que sólo en el 1% son hombres quienes son maltratados por sus compañeras. Además, existe un 23% de violencia marital en la que la agresión es mutua (violencia cruzada). Los hijos menores que conviven con esta realidad sufrirán dolorosas secuelas que potenciarán las posibilidades de repetir la historia en su vida adulta, al formar sus propias familias, ya que sean o no receptores directos de esta violencia, los daños psicológicos causados en la etapa de desarrollo dejan heridas difíciles de curar.
Lo que no sabemos que sabemos
Podemos inferir que esta grave problemática está muy anclada en la realidad social que nos rodea ya que si no procedemos de un hogar violento, de una manera u otra, la mayoría de nosotros ha conocido al menos un caso de violencia familiar. Lo conocimos, por ejemplo, si tuvimos un amigo en la infancia que temblaba porque por el mínimo error que cometiese, su padre lo molería a golpes con el cinturón; o si sabíamos de ese vecino que enceguecido por los celos le pegaba a su concubina; o si leemos alguna noticia en el diario con el título de “crimen pasional”, en dónde un marido mató a su esposa por motivos que se vuelven inexplicables en la tragedia.
Hijos abusados sexualmente y/o golpeados, desprovistos de sus derechos más básicos. Esposas forzadas a mantener relaciones sexuales sin su con sentimiento, sometidas a constantes maltratos, golpes y humillaciones. Y hombres que encuentran en la violencia esa fuente de poder macabramente útil para subyugar a quienes los rodean. A grandes rasgos, y aunque no siempre lo veamos, estos son los protagonistas de aquellas historias cercanas o lejanas que conocemos por amigos y vecinos o que leímos en los diarios.
Para no caer en situaciones de violencia familiar, salir de ellas o poder ayudar a quienes estén inmersos en este cuadro, debemos conocer las señales de alerta.
Acerca de los hombres violentos
A los fines analíticos, varios especialistas en violencia familiar han definido el perfil del hombre violento en 2 dimensiones:
Dimensión de comportamiento
Abarca conductas tales como amenazas, agresiones verbales y físicas que realiza esa persona. Como ejemplo de ello podemos enumerar algunas características que pueden presentarse en estos hombres, como su deseo de control, vive obsesionado por ejercer el dominio entre quienes lo rodean, especialmente hacia su mujer e hijos/as; tiene doble fachada, por lo general, en público es seductor, simpático, amable, pero en la intimidad de su hogar puede llegar a ser muy agresivo y violento; hace abuso de alcohol, drogas o medicamentos (cabe destacar que no es la causa de un comportamiento violento, pero se ha comprobado una frecuente asociación, ya sea porque potencia el enojo y la peligrosidad o porque inhibe el autocontrol); es violento al volante, el auto puede llegar a convertirse en trampa mortal para sí mismo y para terceros, abusa del riesgo y de la velocidad; no cumple las promesas ni los pactos, tiene dificultades para acatar normas y límites; presenta cambios súbitos e impredecibles de humor: en un momento está bien y, rápidamente, “explota”; destruye objetos, principalmente aquellos significativos para la mujer y los chicos (por ejemplo romper los títulos originales de médica, abogada, etc., destruir diccionarios, libros de texto o juguetes a los hijos/as); suele ser inmaduro, por momentos sorprende por su agresividad y en otras ocasiones lo hace por sus conductas infantiles; utiliza amenazas a fin de que sus comportamientos no trasciendan al exterior; suele discriminar y generar competencia entre sus hijos; miente, es usual que sus dichos no sean ciertos sino adaptados a su conveniencia; quiebra la conversación pasando de un tema a otro; usa frecuentemente el sexo como señal de poder, recriminándole a la mujer lo que en realidad son sus propias falencias o problemas, y su lenguaje a menudo presenta un contenido sexualizado hacia la mujer (insultos frecuentes: frígida, lesbiana, puta, atorranta); hace regalos de manera interesada, inoportuna, y para lograr el perdón.
Dimensión psicodinámica
Comprende a las esferas psíquicas, conscientes e inconscientes. Integran esta dimensión los afectos, los sentimientos y las emociones. Por ejemplo, tiene baja autoestima, se siente inseguro, tanto en el papel de hijo como en el de padre, amante y/o esposo; posee un “pensamiento mágico”, proyectos fantásticos, faraónicos, muchos de los cuales terminan en frustraciones; tiene expectativas irreales, espera que su esposa e hijos cumplan con sus deseos no explicitados, tiene dificultades para verbalizar sus emociones, y luego está, como él mismo dice, decepcionado” (por ejemplo, planifica un viaje sin consultar a su esposa o compra algo que no condice con lo que ella desea); como tiene dificultad para expresar sus sentimientos, en algunas ocasiones lo hace a través de sus conductas: “desde que se fue fumo, no duermo bien…”; desarrolla largos monólogos, pueden durar varias horas, especialmente en horarios nocturnos, se pregunta y se contesta a sí mismo, no espera una respuesta, no escucha pese a decir que desea dialogar (se tornan situaciones prolongadas, peligrosas e irritantes y con el tiempo esto puede llegar a ser muy destructivo emocionalmente para la víctima); usa un doble mensaje del tipo te hablo, te ignoro; aparentemente busca una solución consensuada, pero no se aparta de su rigidez conceptual; se cree omnipotente: “¿Para que vas a ir al médico, si nadie te conoce como yo?” o “Lo digo yo y basta”; es narcisista, se mira en el espejo y por ejemplo dice: “parezco mucho más joven que vos, cada vez estás peor”; es obsesivo, pobre emocionalmente y vulnerable; tiene gran capacidad de persuasión y una gran dependencia emocional hacia la mujer, esta dependencia puede ser fatal cuando la mujer decide abandonarlo: “Ella es todo para mi, si se va no respondo de las consecuencias”; es frecuente que sufran estados depresivos.
Las mujeres maltratadas
Según la Lic. María Cristina Bertelli, dedicada a la prevención de la violencia familiar, en un contexto social en el cual ser mujer reviste una posición de inferioridad, le compete a ésta demostrar a través de su capacidad personal que puede ocupar posiciones sociales de envergadura, mientras que al hombre, los mismos espacios le resultan adscriptos por su condición de género, sin necesidad de acreditación específica. Consecuentemente, de manera abierta o encubierta, el rol social de la mujer implica notorias desventajas que la tornan susceptible a mayores abusos y malos tratos. La psicóloga norteamericana Leonore E. Walker, precursora de los trabajos acerca de violencia familiar, describió así, en 1979, a la mujer maltratada: “
Una mujer golpeada es una mujer que ha sido repetidamente sometida a coerción física o psicológica por un hombre para que hiciera algo que él deseaba, sin tomar en cuenta los derechos de ella. Mujeres golpeadas pueden ser esposas u otras mujeres con diferentes tipos de relaciones íntimas con los hombres. Para categorizar a una mujer como golpeada, la pareja debe haber pasado por el ciclo de la violencia al menos dos veces.
Cualquier mujer puede hallarse en una relación abusiva con un hombre una vez. Si ocurre una segunda vez, y ella permanece en la situación, se la define como mujer golpeada”. Siguiendo las consideraciones de la Lic. Bertilli, la Dra. Walker se refiere a la “mujer golpeada”, concepto que en la actualidad muchos investigadores prefieren ampliar a “mujer maltratada”, ya que es más adecuado referirse a “maltrato” en razón de que el mismo comprende todo tipo de abuso, que a la denominación golpeada, que remite a un encuadre directo de connotaciones físicas. Los tipos de coerción apuntados por la Dra. Walker se discriminan en físicos o psicológicos pero pareciera más ajustado y actual ampliar su espectro, incorporando las categorías de coerción moral, religiosa, financiera y sexual, entre otras, sin que ello requiera plantearlas como categorías excluyentes, ya que pueden presentarse separadas o simultáneamente.
Los niños como sujetos de derecho
Es innegable que hasta hace unas décadas atrás los castigos físicos y psicológicos hacia los chicos estaban admitidos socialmente. Los padres tenían derecho a castigarlos de cualquier manera que creyesen conveniente en pos de su educación. Y, por supuesto, nadie hablaba del abuso sexual infantil, las familias cerraban los ojos ante cualquier insinuación relacionada con la problemática. En cuanto al ámbito escolar, a fines del siglo XIX y principios del XX el castigo físico de los niños por parte de los docentes era rutinario, si no fuimos testigos, nuestros padres o abuelos nos lo han contado.
No mucho tiempo atrás, en el año 1989, se sancionó la Convención Internacional por los Derechos del Niño. Hasta ese momento, el marco de referencia en cuanto a la protección de la infancia era la Declaración de los Derechos del Niño de 1959, y entre ambos documentos existen diferencias importantes: entre otros aspectos, se pasa de la noción de niño “objeto de protección” a “sujeto de derecho”.
Contar con un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social y a ser protegido contra todas las formas de abuso y explotación sexuales, son sólo algunos de los derechos del niño.
Los padres deben ser los primeros, antes que el Estado, en velar por su bienestar y otorgarles todas las garantías para desarrollarse como individuos. Cuando ésto no sucede, cuando se los expone a situaciones violentas dentro de su grupo primario de referencia, cuando en el mismo ámbito que debe protegerlos se los abusa física y mentalmente, el niño es marcado a fuego en su todavía inmaduro sistema emocional. Su relación con el mundo, y con él mismo, dependen en gran parte de sus experiencias infantiles y es urgente ser conscientes de ello.


Qué se hace al respecto


En 1989 se sancionó en la Argentina la ley 24.417 de Protección contra la violencia familiar. Es cierto que anteriormente existían diferentes normativas al respecto, pero esta ley significó el puntapié inicial para tipificar y atender los delitos derivados de esta latente y grave situación que afecta a miles de familias en nuestro país.
Día a día los diferentes organismos públicos y privados avocados a esta problemática reciben decenas de reportes de maltrato intrafamiliar. Se cree que el incremento en las denuncias no significa necesariamente que los casos hayan aumentada, sino que las víctimas se animan más que antes a realizarla






Línea Mujer (gratuita):
0-800-666-8537. Atención todos los días, las 24 horas
_Atención de emergencias del GCBA:
Carlos Pellegrini 211, 7o piso; tel: 4323-8000 int. 4392
CEPREVI (Centro de Prevención y Asistencia de la Violencia Familiar y Social)
Tel.: 46118210
Móvil: 15 5124 9976
Ciudad de Buenos Aires
_Consejo Nacional de la Mujer
Av. Paseo Colón 275, 5º
tel: 4345-7384/7385/7386
Asociación Agentina de Prevención de la Violencia Familiar (A.A.P.V.F)
Brinda asistencia a Mujeres que sufren Maltrato en la Pareja y/o sufrieron
Abuso Sexual en la Infancia Solicitar turno para una entrevista al teléfono:
4953-1268. Lunes de 18 a 20 hs. Martes y Jueves de 16 a 20 hs.
Fundación Dar Locab
Asistencia del niño y adolescente de y en la calle, jardín maternal, consultoría
para conflictos familiares.
El Carmen 661 – Alto Gorriti – San Salvador de Jujuy Tel. 0388 424-0068 ó 422-7596
E-mail: edolp69@hotmail.com
Casa Abierta María Pueblo
La Plata – Buenos Aires (0221) 453-5050 ó 453-47

Y si después de leer esta nota Ud. reconoce tener un problema, sepa que también existen grupos de ayuda para hombres violentos que deseen transformar su conducta:

_Grupo para hombres violentos:

Hipólito Yrigoyen 3202, Cap. Fed. Tel: 4956-1768
Grupos para Hombres de la Asociación Agentina de Prevención de la Violencia Familiar (A.A.P.V.F)
Todos los días lunes un grupo de hombres reunidos en trabajan juntos en la
transformación del modo de relacionarse y comunicarse. Pida una entrevista al
Tel.: 4953-1268 los lunes a partir de las 18 hs. o los martes y jueves a partir de las 16hs.

Fuente:http://primersubsuelo.wordpress.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡TÚ PUEDES!

Espero que te sea útil

Búsqueda personalizada

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails