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CRECE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

Ante el aumento de muertes y de denuncias en los centros de atención por maltratos físicos, el Estado debe dar una solucion

25 de febrero de 2010
En menos de quince días, las cuestiones vinculadas con la violencia doméstica, más concretamente contra la mujer, han vuelto a ocupar infortunadamente la atención de la opinión pública, conmocionada tanto por el caso del baterista del grupo Callejeros, Eduardo Vázquez, sospechoso de haber prendido fuego con alcohol a su mujer, Wanda Taddei, quien finalmente falleció el domingo 21, como por el crimen que cometió el lunes último el encargado de una portería de Recoleta, cuando degolló a su esposa con un cuchillo de caza.
Estos dos hechos tan cercanos en el tiempo han vuelto a poner sobre el tapete un aspecto de la sociedad argentina que cada día suma más casos. Efectivamente, cada vez son más las oficinas públicas que se crean, en diferentes ámbitos, para recibir denuncias por ese tipo de delito y aun contener a las damnificadas. En 2009, las muertes de mujeres por violencia doméstica aumentaron un 11 por ciento respecto de 2008, según un informe de la Asociación Civil Casa del Encuentro.
Las posibilidades de que esta escalada se revierta parecen seguir siendo más que escasas: durante enero, la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), que depende de la Corte Suprema de Justicia, recibió 526 denuncias contra 375 del mismo período de 2009. El 82 por ciento fueron hechas por mujeres. El año pasado, 231 mujeres encontraron la muerte de manera violenta; en su mayoría, apuñaladas. Las siguieron las muertes por armas de fuego y por golpes. El asesinato por incineración ocupó el sexto lugar. En la provincia de Buenos Aires, las llamadas recibidas en el teléfono gratuito del Programa de Atención a Mujeres Víctimas de la Violencia se multiplican cotidianamente.
Por otro lado, la Dirección General de la Mujer de la ciudad de Buenos Aires, distrito donde el año pasado se produjeron ocho homicidios relacionados con la violencia doméstica, atendió durante 2009 a 7225 mujeres que se presentaron de manera espontánea en alguno de los siete centros integrales de la mujer ubicados en distintos puntos de la ciudad.
En 2009, Casa de Encuentro recibió 120 denuncias de maltrato por mes; en el primer mes de este año, se registraron más de 90. Como lo señalan los especialistas, aunque se aconseja hacer siempre la denuncia, muchas veces ésta no se verifica porque la mujer tiene miedo, vergüenza, se siente descalificada por el hombre y en muchas ocasiones hasta se convence de que el castigo es merecido. De allí que, cuando finalmente logra hacer la denuncia, se trata de que sea atendida lo más pronto posible por un grupo interdisciplinario; en el caso de la OVD, compuesto por una abogada, una psicóloga y una asistenta social, que le darán contención, asesoramiento jurídico y la llevarán al servicio médico si hay lesiones físicas.
La Argentina no es el único país del continente donde este delito se cobra cada vez más víctimas. Según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), hasta un 40 por ciento de las mujeres en la región es víctima de violencia física y en algunos países, cerca del 60 sufre violencia emocional. En algunos países, la violencia económica, es decir, el control sobre el uso del dinero, puede llegar a afectar a un tercio de las mujeres.
La violencia contra las mujeres está reconocida como una violación de los derechos humanos en muchos acuerdos y tratados internacionales y regionales, y compromisos nacionales que deberían servir como herramientas y garantías reales para trabajar hacia la prevención de estos abusos aberrantes. Sin embargo, a varios años de firmados esos acuerdos, delitos como las violaciones, abusos y acosos sexuales, la violencia doméstica, la trata de mujeres y niñas, la prostitución forzada, la esclavitud sexual, la violencia en situaciones de conflicto armado y el embarazo forzado siguen siendo practicados con impunidad.
Nuestra sociedad debe comprender que estas muertes no son producto de "dramas pasionales" (como se los llamaba antes), sino que son verdaderos asesinatos, que tienen un nombre específico, feminicidios , y que para que ocurran hay siempre muchos cómplices, es decir, todos aquellos que podrían haber influido para que no sucedieran.
Las víctimas, que están en un grado extremo de vulnerabilidad física y emocional -la mayoría de las veces también temen por la vida de sus hijos-, deben ser ayudadas por todos: familiares y amigos, porque son los que más cerca están de ellas, pero también por el Estado, cuya función indelegable es el diseño de políticas públicas encaminadas a educar y prevenir sobre este flagelo social que sigue creciendo peligrosamente
Mujeres por la paz en facebook
Gracias amigas!!!

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